El viaje lo hicimos en Noviembre del 2008 y para mi era la primera vez que iba a ver el desierto del Sáhara en toda su magnitud, meternos una semana en el mismo y sentir toda su intensidad , su fuerza y tratar de entender a los enamorados de los desiertos , de sentir la fuerza atractiva que al parecer tiene. Unos meses antes había estado en Chinguetti , una ciudad metida en el desierto del Sáhara mauritano, ésto era otra cosa era vivir en el desierto una semana, bien es verdad que no como nómadas sino como señoritos en un todo terreno con aire acondicionado y sin problemas de agua ni de comida.
En realidad el viaje a Mauritania empieza en la cola del aeropuerto cuando a punto de embarcar te ves rodeado por la gente Mauritana apretujándose contra el mostrador para tratar de colarse y de colar algunos kilos de más en la facturación de maletas y así no pagar el sobrepeso que casi todos llevan. Es normal lo del sobrepeso, la mayoría de ellos aprovechan el viaje para llevar de todo y digo que es normal porque allí no hay de nada.
Un lujazo en el desierto |
De ese modo se puede ver a un señor con seis u ocho bultos que entre todos ellos pasan con mucho del peso permitido, y puedes ver cómo a un maletón de veinte kilos y de una envergadura considerable tratan de pasar por un maletín de mano. Sea como sea ahí empieza el espectáculo.
Sentarse en el avión tiene lo suyo, toda vez que ahora hay que acomodar todos esos “bultos de mano” en la cabina y…. vuelta a empezar con el caos pero poco a poco el pasaje se va sentando y por fin se despega.La llegada a Nouadhibou no acarrea problemas dignos de contar. El aeropuerto es , cómo es de esperar, tercermundista es decir, pequeño, sucio, destartalado y con un caos medianamente organizado. Allí se dan todo tipo de buscavidas: los que tratan de llevarte la maleta, los que tratan de evitarte los tramites del pasaporte, los que te quieren llevar al hotel del que reciben propina…Pero en cualquier caso nada extraño en este tipo de países. De hecho la sorpresa sería que se parecieran a los europeos.
Sin tan siquiera pisar el hotel fuimos hasta Cabo Blanco, a unos veinte kms al final de península en la que se asienta la ciudad. Es espectacular el barco varado allí. Nos dijeron que embarrancó hace unos cinco o seis años y el deterioro va haciendo mella en él. Es el más “nuevo” de los barcos allí presentes. Resulta que en los años sesenta y posteriores se abandonaban en la bahía todo tipo de barcos, desde petroleros hasta cargueros dado el nulo control por parte de las autoridades. Hoy por hoy es un cementerio de barcos con cierto valor como chatarra y una empresa francesa está limpiando la zona por razones económicas, que no medioambientales.
Cementerio de barcos |
Tras alojarnos en el hotel nos organizamos un poco y después de hacer cambio de euros por ouguiyas (moneda mauritana) -la referencia que tomamos inmediatamente fue de 1 peseta / 2 ouguiyas- nos fuimos a cenar a la Casa Canaria, que siendo un restaurante de tercera fila no dejaba de tener su encanto, más que el mejor restaurante de la ciudad habría que decir que era el único. Al menos desde la perspectiva europea, pero como no habíamos ido a Mauritania a comer nos importaba mas bien poco.
Tras la cena con nuestro amigo Hamed Hamadi y unos empresarios gallegos con los que tenia relación comercial, fuimos a la residencia del gobernador de la ciudad que era amigo del mencionado Hamadi. Las dependencias a las que nos condujeron eran agradables y pretendían ser ampulosas. Las paredes estaban forradas de tablones de madera, el suelo con un montón de alfombras de mala calidad… Eso si, un gran televisor rodeado de un dvd, de un video y de algún periférico mas.
Fuimos invitados a un te. De acuerdo con la ceremonia del tomar el te supone tomar tres: uno dedicado al amor, otro a la vida y otro a la muerte. Cada uno de ellos con un sabor diferente. Yo, la verdad, apenas podía diferencia unos de otros.
La velada sirvió para saber que los gallegos estaban allí por temas de pescado, que estaban un poco cansados de la inseguridad jurídica que les daba el estado mauritano. Según nos dijeron España importa el 75% del pescado que come. La pesca que ellos hacían en la zona la transportaban en camiones por todo Marruecos hasta la lonja de Cádiz. El viaje, en camiones frigoríficos, dura dos días y cuesta 10.000 euros aunque estaban renegociando el precio.
2º Día. Rumbo a Choum.
La ruta desde Nouadhibou hasta Choum es fácil de seguir. Basta con ir al lado de las vías del tren durante cuatrocientos sesenta kms. Dicho tren se montó en la época de dominación francesa con el único fin de transportar el mineral sacado de Zouerat al norte del país. La ruta hasta allí se hace casi en paralelo al tren. Se pasa por distintos parajes interesantes uno de ellos es Inal. Hay una gran roca al otro lado de las vías que por el efecto del sol comporta unas sombras que se hacen dignas de ver. Nosotros nos enteramos de eso días después, así que lo dicho anteriormente es por oídas. Los turistas que hacen una ruta de un día desde Nouadhibou van hasta allí y luego hasta Ben Amira. Esta a unos 120 kms de dicha ciudad y alrededor de 50 se hacen por carretera asfaltada.
Panaderia en Noadibou |
Dicho así se parece a un diario de bitácora en el que se recogen las peripecias del viaje. Es muy difícil para mí explicar las sensaciones que se perciben cuando pasas por 300 kms de dunas, es un desierto sin fin, mejor dicho muchos desiertos porque los tonos de la arena, sus colores, la textura de la misma, la suavidad…varían continuamente según pasan las dunas. Por momentos se puede ir rápido ,otros tienes que deshinchar las ruedas para que cojan mas sección y agarren mas -teníamos un pequeño compresor que luego las hinchaba- a veces alcanzabas buena velocidad y de pronto había que casi pararse. Y eso que contábamos con un conductor experto como lo demostró en infinidad de ocasiones.
Los poblados eran un conjunto de casas desordenadas que en este caso, habían crecido gracias al tren y del que dependían. Quizás los poetas sepan explicar esas sensaciones de dunas sin fin pero yo me siento incapaz.
Tal vez sea momento de explicar que éramos cuatro los que íbamos en el Toyota Lan Cruiser. Además de Sergio Regulez y yo nos acompañaban el chofer Mohameidem y Ambravo un chaval que nos hacia la vida fácil.
Como muestra un botón: el primer día llegamos a esa inmensa duna en la que nos instalamos para pasar la noche y mientras que Ambravo nos hacia el te -es decir los tres tes - el chofer había ido al poblado y vino con un baifo (un pequeño cabrito) que cocinó sobre la marcha y nos lo cenamos. Nosotros por un lado y ellos por otro. Esa fue la pauta durante el viaje tal y como nos dijeron que hiciéramos. Antes a eso del medio día, habíamos parado debajo de una acacia y nos comimos unas latas de sardinas y como no, el te después de la comida.
3º Día. Hasta Zouaret
Nos levantábamos con el sol , a eso de las siete y media, y a las ocho teníamos el desayuno preparado y mientras se terminaba de recoger el campamento venia el primer te del día.
A unos sesenta kms de emprendida la marcha pasamos por Ben Amera que no era sino un deposito artificial de agua que se mantenía gracias al abastecimiento del tren. Allí había un niño con un par de burros bebiendo y cargando el agua para llevarlo desierto adentro para el resto de animales y familia. Supimos que el agua la trataban con unas pastillas que la potabilizaban y asi evitar riesgos.
Choum es más grande. Es decir es un montón de casas de adobe a las que se incorporan algún sobrante de las vías del tren.
Allí repostamos gasoil. La “gasolinera” era un almacén de bidones y de garrafa en garrafa – así se media – se fue llenando el tanque. Mientras deambulamos entre las casas. Hacia mucho tiempo que no veían por allí a un occidental y el inevitable remolino de niños se produjo inmediatamente.
La gasolinera |
En otros países árabes, también del Magreb, he visto a adultos sentados a la puerta de sus casas o de pequeños bares tomando un te. Aquí la miseria es absoluta y eso implica estar sentados o acuclillados sobre el suelo sin te en las manos, en las puertas de sus casas arremolinados de pocos en pocos. Paseando por la calle mirábamos al interior de las casas y se veía tierra apelmazada o en el mejor de los casos alguna alfombra y dentro a las mujeres. Allí pasan la mayor parte del día En una estancia angosta que no alcanza los dos metros de altura, oscura, sin luz artificial, sin saneamiento alguno y de apenas doce metros cuadrados. Esa es la vivienda de la familia, casi siempre constituida por unos padres y tres o cuatro niños.
Chocolate y juguetes ¡menuda infancia¡ |
Unos Kms mas arriba se pinchó una rueda por lo que hubo que cambiarla. Tuvimos suerte porque mientras tanto paso un tren kilométrico. Esta vez sus vagos no iban cargados. Contamos ciento cincuenta vagones que ocupaban y cómo cada uno era de unos doce metros hacían un tren de un Km. y medio. Nos dijeron mas tarde que llegaban ha formarse convoys de hasta cuatro kms. Ya habíamos leído en alguna guía que era el convoy mas largo del mundo.
Zouaret es una ciudad que vive del mineral extraído. Es una ciudad mas limpia que Nouakchott y que Nouadhibou y según nos dijo el dueño del hotel en el que nos quedamos que hablaba bien español en su momento lo fue aun más. Incluso vimos algo parecido a una zona residencial. Era obvio que los ingenieros y máximos responsables de las minas vivían allí y que seguramente eran europeos.
En esta zona del país no está tan relajado como en otras la bebida del alcohol. Nos quejamos amargamente ante el dueño del hotel de ello y de que difícilmente vendrían turistas por aquí si no se pueden beber unas cervezas frías después de un día por el desierto. Al final aparecieron dos cervezas caliente que por no hacer el feo tuvimos que bebérnoslas. Correspondían a trabajadores franceses a los que se las suministraba la propia embajada
4º Día. Zouaret.
A los chicos les habíamos dicho adiós el día antes a eso de las ocho de la tarde e imaginamos que lo agradecieron: ni tuvieron que hacer la cena, ni el te, ni poner y recoger el campamento.
Habíamos quedado con ellos para las ocho de la mañana y allí estaban. Al coche y para Choum de nuevo. Unos 190 Kms por las pistas de tierra, a veces mejor, a veces peor pero siempre interesante. No te aburrías de ver desiertos y desiertos. Con frecuencia se veían pastores (Vers en árabe) bien con camellos, bien con mulos o bien con cabras. Por momentos íbamos enseñando español a nuestros acompañantes. Los números, los días de la semana, los meses… Hacíamos como en la escuela de otros tiempos: una lección nueva una de repaso. Al final del viaje no solo se sabían lo antes dicho, sino los colores, los adjetivos más importantes las partes del cuerpo…
Una casa de Choum |
Desde Choum, donde repostamos y seguimos de largo, nuestro próximo destino era el Banc d’Arguin. Un parque nacional que Sergio ya conocía y no le importaba repetir. Es un paraje en el mar por el que pasan infinidad de aves especialmente en estos meses, huyendo del frío del norte. Queríamos ir por la línea mas recta por lo que había que atravesar el desierto y sin la referencia de las vías del tren. Pensábamos que nuestro guía no sabría hacerlo sin dicha referencia. Luego supimos que llevaba haciendo esa ruta desde los quince años transportando agua, animales, enseres. En los mapas no viene la pista que cogimos. Hay que decir que si un no conocedor del país se mete ahí con toda seguridad tiene serios problemas , porque la pista desaparece continuamente y vuelve a aparecer por la acción de las dunas móviles y solo alguien que tenga referencias claras con las montañas por muy a lo lejos que estén saldrá airoso de la prueba. Dormimos en un sitio marcado en el mapa como Bir Igueni. Es decir un pozo con agua. En al mapa los pozos se marcan con una gotita azul como símbolo de agua. Luego supimos que Bir significa agua en árabe
Cuando dormíamos en el desierto buscamos una duna bonita, creo que es mas adecuado el término de hermosa, en esta ocasión al lado de una montaña rocosa a la que subimos al día siguiente. Como estábamos en las inmediaciones de un pozo había por allí nómadas con sus rebaños. Nuestro chofer consiguió un cordero que nos zampamos esa noche.
Tuvimos mucha suerte con la luna. Los días que estuvimos en el desierto había una impresionante luna llena que nos permitía ver de noche y saborear aun mejor el desierto. Normalmente yo acababa durmiendo fuera de la tienda y es que Sergio ronca de lo lindo. A la mañana siguiente mi colchoneta estaba rodeada de huellas de una especia de escarabajo que abundaba por el desierto, Al final del viaje los echábamos de menos
5º Día. Banc d’Arguin
Salimos de mañana y pronto nos encontramos con unos rebaños de camellos, pertenecían a los nómadas que por allí pasaban. Este año había sido un año razonablemente bueno de lluvia por esa zona y los “pastos” eran mas frecuentes. Un poco más adelante nos topamos con un rebaño de cabras, de blanquísimas cabras. Nuestro chofer decidió que había que comprar un cabrito nuevo porque según él el que se había comprado el día anterior no estaba bueno del todo. Sergio y yo empezábamos a pensar que lo que pasaba era que estos dos estaban comiendo carne para el resto del año a nuestra costa, tampoco nos importaba mucho. Mientras que se discutió el precio, creo recordar que seis mil ouguiyas, nos maravillábamos una vez mas de cuanto nos rodeaba.
Sergio con los nómadas |
Aunque hacia bastante calor al fondo había una señora arropada hasta la cabeza, que al parecer estaba enferma. Nuestro chofer le dio algunas medicinas y le explico cómo tomarlas, vi que eran analgésicos para calmar el malestar.
Nos dijeron que esa tribu la constituían tres facciones que hacían un total de unas mil personas. Su jefe estaba allí con nosotros, era un hombre mayor y era el responsable de toda aquella gente. El decidía cuando había que partir y hacia donde. Normalmente estaban una semana en un lugar y después avanzaban otra hasta el nuevo pozo y de nuevo una semana asentados. Nos comentaban que no reconocían el Sahara marroquí y que ellos no entendían de fronteras.
De hecho desde entonces pasarían por tres países hasta Tinduf: Mauritania, Marruecos y Argelia y antes habían estado en Malí. A nuestras preguntas respondieron que los hombres y las mujeres se mezclaban con los de las otras tribus a fin de evitar la endogamia y que había muchas tribus como las suya. Fueron extremadamente amables con nosotros. La jaima era de unos veinticinco metros cuadrados, por supuesto no había luz y resultaba oscura y calurosa, eran hombres los que allí había, salvo la mujer enferma y algún niño que se acercó por la curiosidad.
Les deseamos feliz viaje y reemprendimos la marcha. Vimos mas pozos con aljibes arriba y supimos por nuestros chofer que cada semana se recargaban mediante un motor que allí había para bombear agua a los mismos. Era un negocio como otro cualquiera: si los nomadas querían agua, alguien se la proporcionaba cómodamente sin tener la angustia de no saber si al llegar se encontraría con que el pozo estuviera cegado o no.
Estábamos en pleno desierto mauritano, a unos 160 kms de la carretera que unía Nouadhibou con Nuakchot, la cruzamos para llegar al Banc d’Arguin, a la altura del Km. 275, contados desde Nouadhibou avanzamos hasta el Km. 220 y tras repostar en una gasolinera nos metimos hacia el banc d ‘Arguin.
La comida de un par de dias |
Tras otros cuarenta kilómetros de desierto llegamos al mar, al Cabo Tafarit donde nos dimos un buen baño y es que después de tres días por el desierto pocos placeres se pueden comparar a estar una hora bañándote en el agua cálida de este mar. Allí hay como un pequeño campamento de jaimas a disposición de los turistas por el que se pagaba algo de dinero. Había cocina para que la utilizara la gente y allí se cocinó nuestro enésimo cordero. La sorpresa fue cuando después del mismo llegaron unos espaguetis….con cordero de segundo plato. Después del banquete a eso de las cinco salimos hasta el poblado en el que alquilaríamos una barca para ir a ver los pájaros al día siguiente.
Nos encontramos con un mísero poblado de chabolas de lata, madera y cualquier cosa que sirviera para construir un techo. Ni que decir tiene que la gente deambulaba por el pueblo. Los niños corrieron a nosotros esperando algo. Las chocolatinas que teníamos las íbamos repartiendo entre algún niño aislado a lo largo del viaje así que decidimos acabar con ellas y las soltamos hasta donde alcanzaron.
Contratamos la barca para el día siguiente creo que 20.000 ouguiyas, una verdadera fortuna. Normalmente los gastos los pagaba el chofer. Ya nos llegará la factura por todo el viaje.
En pleno desierto |
Hacia apenas dos horas que habíamos comido y aquellos querían comer de nuevo. Les dijimos que ese día con una lata de sardinas bastaba y así lo hicimos, la sorpresa fue cuando vimos que ellos se comían el cordero que aun quedaba, que era mucho. El orden se había subvertido los “señores” comiendo sardinas y los “sirvientes” cordero. Nos ratificamos en la idea de que aprovechaban la coyuntura para comer alimentos que a ellos les estaba vetado vía pecio. No solo comieron ellos, también lo hizo el encargado de aquello y todo el que apareció por allí que para eso pagábamos los “señores”
Antes de acostarnos hablamos un buen rato con el encargado, por nombre Iveco. Decía conocer todo esa área como su mano. Y se prestó para el próximo viaje que hiciéramos de ser nuestro guía, ya fuera por Malí por Mauritania y creo que también lo habría sido de Singapur. Era evidente que sabían que siempre vine bien un blanco al que arrimarse de vez en cuando.
A estos efectos Sergio era mas ingenuo que yo, no se percataba de que éramos un blanco perfecto para ellos: unos blanquitos que no miran el dinero es una fuente de ingresos, ya fuera por la sisa al patrón por las compras que hacían, vía propina, vía comida…
6º Día. Banc d’Arguin-Nouadhibou
Por la mañana nos levantamos y fuimos listos al barco, era de unos 12 metros de eslora y de manga tendría unos 4 metros. Llevaba una vela canaria y de fácil manejo, como las aguas eran muy someras y los barcos no salían muy fuera apenas tenían calado y eran muy maniobrables. Paseamos por la bahía viendo pájaros de distinto tamaño y pelaje. No tuvimos suerte y no se veían muchos pero a mi el paseo me supo a gloria después de varios días de desierto y coche. A pesar de todo vimos un montón de ellos.
Haciendo la comida en D´Arguin |
En el barco aprendimos muchas cosas: Que valía unos cinco o seis millones, que era propiedad de un tal Nuno y que ésta tenía unos 20 barcos. También supimos que un día de pesca acarreaba unas 100.000 ouguiyas de media y que la mitad era para el dueño del barco. La tripulación de pesca era de cinco personas y que el tiempo era tan bueno que apenas diez días al año no salían por temporal. Los viernes su día religioso no trabajan y casi tampoco el sábado. Uno de los tripulantes que vino con nosotros , de nombre Abidi contaba que el trabajaba seis meses a tope y otros seis meses en Nema, una ciudad en el desierto casi en la frontera con Malí donde tenia a su familia y en la que vivía ese tiempo como un maharajá
Comimos en el barco un poco de pescado muy bueno y un cereal de la misma olla que comimos con la mano haciendo unas bolas que nos llevábamos a la boca. A mi no es que me diera asco, es que no me gustaba pero así y con esas comí para no dar la impresión de asco y desprecio por la comida preparada.
Llegamos al poblado y la carne que nos íbamos a comer la cargamos y nos fuimos con rumbo a Nouadhibou. El encargado del camping se quedo rascado: ese día no comería cordero.
Pasamos por un pozo histórico y que hoy día ya no daba agua. Lo construyeron los franceses y fue de los primeros en esa zona. En aquella época no había ningún otro pozo alrededor de 180 kms de ahí su importancia. El pozo es el bir el Gareb a unos 150 kms de Nouadhibou.
Cruzamos la carretera y nos asentamos en una duna a unos dos Kms de la carretera. Era la última noche en el desierto y lo sabíamos. Desde una preciosa duna veíamos a lo lejos la carretera y la luna una vez más salio a saludarnos. El te supo bien sabiendo que era el ultimo en esas condiciones. Después nos pusimos a charlar una vez mas y a eso de las 10 de la noche a la cama.
7º Día. Nouadhibou
Llegamos a la ciudad. Habíamos estado al inicio del viaje pero no la vimos. Esta vez dimos varias vueltas con el coche antes de ir al hotel Sahel. Un hotel para occidentales. La habitación a unos noventa euros, con dos cojones. Nos despedimos de nuestros acompañantes de viaje y nos quedamos solos para luego después de comer contactar con Samba un taxista que conocíamos de referencia de Lanzarote y que hablaba un español aceptable. Quedamos con él para la tarde y nos fuimos a comer a la casa canaria. Nos dimos un homenaje con ostras incluidas y con pescado, con cervezas varias…. Nos percatamos de cómo las cervezas sirven para aumentar la cuenta estrepitosamente (cada una de ellas a más de tres euros) pero no era el momento de ahórraselos tras varios días desierto…
A media tarde llegó nuestro taxista y nos dio un paseo por la ciudad, compramos unos cuadros de recuerdo tras el correspondiente regateo y nos llevo a la zona del muelle a la que empezaba a llegar el pescado de los cayucos. Todo estaba sucio y oscuro como era previsible. Dimos un paseo andando por todo aquello y en coche por los barrios en los que se hacinan los aspirantes a saltar a Canarias en uno de ellos.
Sobre este tema aprendimos unas cuantas cosas. Que un cayuco nuevo vale unos cuatro o cinco millones, que viajar en el hasta Canarias cuesta 200.000 ouguiyas (100.000pts). Calculamos que a cada viaje se le sacan cuatro millones de pesetas por cuanto no salen hasta que el barco no lleva cerca de 100 personas. Por supuesto la policía sabe donde están los aspirantes al viaje, pero no pueden hacer nada ni tienen medios para ello. Es una masa de gente en las puertas de las casas haciendo tiempo hasta que les llegue su hora. Según parece hay gente de Malí, Senegal, Gana, Guinea y otros países subsaharianos.
También se puede ir en barcos nodriza pero es más caro, alrededor de 2.500 euros. Nuestro taxista nos dijo que el se embarcó en un barco ruso y que había pagado 3.000 euros. Con él iban otras dos personas y era un negocio del cocinero y alguien más de la tripulación. Al parecer el capitán de barco no sabía nada. Otra parte de la tripulación había metido a otros siete y cada uno de los grupos no sabía del otro. Pero hubo un chivatazo por alguien que se quedo en tierra y advirtieron al capitán que o volvían o les estaría esperando la policía en España. . Desembarcaron en un cayuco de pesca a los siete de un grupo y a los otros tres que eran por los que se chivaron los entregaron a la policía. Nuestro taxista que era guineano fue deportado hasta la frontera con Senegal. Pero una hora después volvía tras pagar 2.000 ouguiyas al policía de turno alegando que él no era de Senegal. Le habían devuelto su dinero y no dijo nada de que su contacto era el cocinero.
Había dejado a su mujer y sus hijos con cinco sacos de arroz, aceite, quinientos euros y cien mil ouguiyas. Vivian en una amplia habitación para la familia dentro de una casa y tenían derecho a cocina y al uso del baño. La ida era arribar a España y poco a poco llevárselos con él, pero se truncó la operación y no tenía muchas ganas de intentarlo de nuevo.
Como señores |
Le preguntamos el precio de las dos horas que había estado con nosotros –ingenuos- para luego darle una propina. Cinco mil ouguiyas nos dijo. Era evidentemente que no se quería arriesgar a quedarse sin propina y se la co
braba con creces y eso que el mismo nos había explicado que el sueldo medio de un mauritano era de entre 30.00 y 50.000 ouguiyas
Nos fuimos a pasear a digerir todo aquello, todo el día y todo el viaje antes de ir a la cama. Eso si, cenando en la casa canaria previamente y es que estaba a apenas trescientos metros del hotel.
Sergio pregunto en el restaurante si sabían de un pescador (su suegro) que había estado mucho por esas tierras antes de morir. Aun lo recordaban con agrado. A Sergio se le hincho el pecho cuando alguien recordó que ese señor tenía unas hijas muy guapas. No pudo reprimir decir que una de ellas era su mujer.
Nos comentaron que la frontera del norte con Marruecos en Bir Mogrein, por donde era intención haber entrado en Mauritania si hubiéramos encontrado vuelo a Dakla (Marruecos), era complicado y que por allí había grupos de todos los pelajes, saharauis, mercenarios, marroquíes, islamistas radicales... y muchas bombas que quedan por estallar de cuando aquello era terreno minado y que como las dunas se mueven también las bombas o quedan al descubierto y que lo que ayer era seguro hoy ya no lo es. Más de un camello o burro salta por los aires de cuando en cuando. Ya nos lo habían dicho los nómadas que habíamos visto días antes y cómo mandaban a los animales por delante para ellos pisar por donde lo habían hecho ellos y cómo algún animal había saltado por los aires alpisar una mina abandonada. Son los restos de la guerra del Polisasio y Marruecos: terrenos minados, inseguridad y miseria extrema.
7º Día. Regreso a Las Palmas
Nuestro viaje tocaba a su fin, ya no había que hacer sino ir al aeropuerto y embarcarnos. Las medidas de seguridad eran nulas, pasamos varios controles pensados más que para la seguridad del avión, para que no se colaran polizones. También buscando la propina de turno.
Lo escrito hasta ahora no es sino un recuento de hechos para que no se olvide con el tiempo y que cuando la vuelva a leer veinte años después me evoquen las sensaciones allí sentidas , allí vividas. Los parajes interminables, las noches calidas al arrullo de las dunas sabedores de dónde estábamos, ver la miseria en la que vivían, el tratar de imaginar la vida diaria de aquellas gentes , de si ellos eran conscientes del lugar que ocupaban en la sociedad mundial, de saber que su esperanza de vida era muy corta. Haber visto los nómadas en trashumancia permanente, los rebaños de camellos, de blancas cabras o de burros de todos los pelajes y tamaños.
Todo eso se puede contar, narrar cada una de las peripecias por las que pasamos, exponer lo visto, explicar las situaciones, pero hacer llegar a quien esto lea las sensaciones que allí se tienen es más complicado. Yo no me siento capaz para poder transmitirlo a quien no ha estado allí, hay que ir, palparlo, rozarse con ello. Solo así se puede entender aquel mundo, aquella sociedad.
Animaos, es precioso.
Puerto Rosario 20 de diciembre de 2008
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